domingo, 12 de agosto de 2012

Unamuno y Zeelandia. Del Monterrey al Winnipeg


Va a hacer un año ya de mi viaje a Arica (Chile). En Arica hizo el Winnipeg la primera escala rumbo a su destino final: Valparaiso. El 30 de Agosto de 1939 llegaba este viejo vapor a Arica procedente del puerto francés Trompeloup. El Winnipeg iba cargado con 2366 españoles exiliados de la Guerra Civil y que atrapados en Francia encontraron el auxilio de Pablo Neruda. En Arica desembarcaron unos pocos de los inmigrantes españoles que viajaron en aquel mítico barco. D. Camilo Urbina, excelente persona y gran conversador, descendiente de esos inmigrantes, que conocí en Arica y que regenta el restaurante 38 ½ en el Valle de Lluta, me contaba con nostalgia la ascendencia española de su apellido Urbina y las vicisitudes de su familia en ese viaje. Aprovecho para mandarle desde aquí un abrazo.

Siete meses después, el 5 de marzo de 1940, otro buque procedente de Barcelona y con escala en La Habanael Monterrey, llega al puerto de Veracruz (Méjico), donde desembarca, junto con su esposa Almudena, el Ilustre Aldeadaviluco, el maestro y colaborador de las publicaciones de la Institución Libre de Enseñanza, D. Juan Caballero Rodríguez, ambos con el estatuto de exiliados políticos. La guerra se ha perdido y la intensa actividad política de su hijo, el doctor Justo Caballero,  médico director de la unidad de análisis clínico del hospital de Barcelona, jefe regional de Unidad Republicana y destacado masón ( llegó a ser Soberano Gran Comendador), aconsejan, aún siendo ya muy mayores -Juan tiene ya 79 años-, a exiliarse.

Me vino todo esto a la memoria con la lectura de “Vida de D. Miguel (Unamuno un hombre en lucha con su leyenda). Emilio Salcedo. Ediciones Anthema”. Miguel de Unamuno se exilia a Francia, desde su destierro de Fuerteventura, embarcándose en Las Palmas en el buque Zeelandia, que con destino final Amsterdan, hace escala en Cherburgo (Francia) el 27 de Julio de 1924 donde desembarca D. Miguel.
Unamuno, sancionado con el destierro por sus conferencias y escritos de oposición contra el Directorio del General Primo de Ribera y el rey Alfonso XIII, antes de partir desde Salamanca para su destierro a Fuerteventura, pronuncia ante sus amigos y familiares que le despiden otra de sus inmortales sentencias:

“Volveré, no con mi libertad, que nada vale, sino con la vuestra”

Sirva esta entrada de homenaje y recuerdo para D. Miguel de Unamuno y Jugo en este año que conmemoramos el 75 aniversario de su muerte y que en su primer viaje a Las Arribes y de su paso por Aldeadávila dejó escrito:

[...]
Al siguiente día de nuestra visita a los Humos, preparamos la expedición a Laverde, en caballerías los más de mis amigos, a pie yo, pues menos me molesta una caminata que el ir escarnachao sobre los anchos aparejos con que se provee a los mulos del país. Laverde está en territorio de Aldeadávila de la Ribera, la corte de esta región, la villa para los comarcanos. Tendiendo la vista al salir de ella por las ondulaciones del campo, no se barrunta siquiera lo que éstas celan. Más ya al llegar a unos sobreros se nos abrió de pronto el tajo por cuyo seno corre el arroyo del Rupinal en el fondo las escarpadas y sombrías paredes de Portugal. En aquellas desoladas vertientes del Rupinal, cerca del caño de Fuentemendo, dicen que hubo un pueblo.

Mientras seguían las caballerías la senda que en zigzag baja al río, cortamos nosotros camino por los resayos o atajos que la cortan. Una vez en lo hondo parece hallarse uno en medio de región montañosa, en el interior de algún país alpestre. Nadie diría que ganando las crestas se extiende a la vista la inmensa meseta ondulada como vasto mar petrificado.

Dimos, por fin, vista al Duero y con él a un paisaje dantesco, tal cual los imaginara Gustavo Doré. En lo alto, apuntados picones que se asoman al abismo, peñas y aserradas crestas; a lo largo, inmensas escotaduras que encajándose de un lado y de otro, en la disposición llamada de cola de milano, forman la garganta por cuyo hondón corre el rio. Los enormes cuchillos van perdiéndose en gradación de tintas hasta ir a confundirse con la niebla. Allí arribota, arribota, en la cresta del escarpado frontero, verdean trozos de trigo, nuncios de una campiña serena, y asoma su copa algún que otro arbolito que denuncian a un pueblecito portugués.
[...]

Foto del Duero tal como lo conoció Unamuno en el tramo próximo a la ubicación de la actual presa. La fotografía original se puede contemplar hasta septiembre en la oficina de turismo de Aldeadávila junto a otras que conforman la la exposición Luces del Duero