No se equivoquen, hablamos de finales de los años 20, principios de los 30. En aquellos años, distintos acontecimientos sociales y culturales hacían que nuestro pueblo apareciera en los periódicos. En octubre de 1928 llega a Aldeadávila el director de cine salmantino y
fotógrafo del ejército del aire don Leopoldo Alonso, acompañado del oficial de fotografía, el cabo, Rafael Sacó del Rey. La visita del
cineasta se enmarca en el proyecto de la sección cinematográfica de la aviación
militar titulado “Estampas Españolas”,
proyecto dedicado a la realización de documentales cinematográficos para la
promoción del patrimonio cultural y artístico español. Don Leopoldo se
encontraba rodando el documental
dedicado a Salamanca, y dentro del mismo, la parte que de la provincia pretendía
dedicar a Las Arribes.
En Aldeadávila
propuso simular una típica boda charra, más particularmente, una boda arribeña,
con todos sus detalles y particularidades que la hacen única. Para la ocasión
contaba con la colaboración de todos los vecinos que se prestaron gustosos y
orgullosos a vestir sus mejoras galas y a interpretar su papel. D. Leopoldo, en
colaboración con las fuerzas vivas del pueblo, se encargó de la elección de los
protagonistas: los novios, los padrinos y los jóvenes mejor ataviados con el
traje de charra ellas y con el traje charro ellos. En el rodaje no faltó ninguna
de las partes típicas de la boda en Aldeadávila, la llegada del novio y el
padrino a la casa de la novia, el camino a la iglesia de toda la comitiva, el
convite de los padrinos, el baile de la “Rosca”
y para finalizar “el respigo” donde
mozos y mozas bailan a la novia. El documental dedicado a Salamanca quedó
montado en 1929 con una duración total de 43 minutos de los que aprox. unos 10
minutos son los dedicados a Aldeadávila.
Las hermosas fotografías, como ésta de la derecha, de novios y padrinos en la plaza, que circulan por el
pueblo, fueron de este rodaje de “una boda ribereña”
y muy probablemente fueron hechas por el ayudante de don Leopoldo, don Rafael
Sacó del Rey. Posteriormente estas fotografías, aunque esto no está demostrado,
debieron ser cedidas al laboratorio de Venancio
Gombau de la calle Prior para su explotación y venta entre los vecinos interesados en tener
un recuerdo. La serie completa de 9 fotografías de este evento pudieron
contemplarse en 2012 bajo el título "Boda
en Arribes. Venancio Gombau" en la exposición de San Eloy titulada
"De la plaza al rio, tipos populares".
Las fotos, al igual que la película muda
dirigida por Leopoldo Alonso: “Estampas
Españolas: Salamanca” pueden visionarse hoy en la sede de la Filmoteca de
Castilla y León en Salamanca. Lamentablemente se ha perdido una versión sonora de esta misma película, sonorización realizada en los estudios Ibis de París, con la supervisión musical de don Bernardo García Bernalt. Una orquesta dirigida por el maestro Bernalt interpretando adaptaciones de tonadas charras del Cancionero Salmantino, canciones de ronda, solos de gaita y tamboril e interpretaciones de "Apañando aceitunas" y "Lucero de la mañana" completaban la sonorización de la película.
Pero no solo éramos noticia por el cine. El día 10 de octubre de 1930, según estaba anunciado, llegó
andando a la villa el alemán campeón del mundo en marcha de resistencia a pie don Arturo Winterfeld acompañado de su
perro “Trotsky”.
Este alemán de
Hamburgo que desde 1908 llevaba dando vueltas por el mundo a pie fue recibido
con gran expectación y a la conferencia que dio en el ayuntamiento acudió todo
el vecindario. En su charla-conferencia iba contando lo mismo por todos los
lugares donde se le recibiese y le diesen cama y comida. Iba contando que todo
empezó en el año 1900 cuando él tenía tan solo 7 años y un periódico de
Berlín anunció un concurso para dar la vuelta al mundo a pie en 30 años. El
premio era de 75.000 marcos. En 1908 ya solo quedaba don Arturo en liza, de los escasos
jóvenes que mostraron interés al principio. Completaba su conferencia explicando sus
peripecias por América Central, África Central; lo mucho que le gustaba España
y lo fácil que eran en este país sus viajes a pie puesto que cada cinco
kilómetros había un pueblo. A la mañana siguiente se puso en marcha camino de
Villarino.