lunes, 24 de enero de 2011

El habla de la Ribera: ¿Ya Merendestes ?

Al hilo de una conversación de salón sobre esta expresión puesta en boca de un paisano de Aldeadávila en nuestros días «¿ Ya merendestes ?», surgió una discusión familiar sobre si esta expresión era una deformación del lenguaje, fruto simplemente de quien no sabe hablar o por el contrario puede considerarse riqueza cultural de nuestro pueblo.

Meses antes de aquella discusión, buceando en la globosfera, me topé con un extraordinario trabajo de José Antonio Ereño Antuna, una joya, que me sirvió entonces para enriquecer la controversia y ahora me sirve para que ustedes saquen sus propias conclusiones. El trabajo recoge una carta inédita que fecha el 4 de marzo de 1898 que Miguel de Unamuno envía a su amigo Pedro de Mágica y que es el extracto que paso a transcribir


«No sé si vería usted mi artículo sobre La casa-torre de los Zurharán (en Begoña) en los Ecos Literarios, una revista de Bilbao, insignificante, pero cuyo director, ¡ rara avis !, se dispone a pagarme. A ella he remitido un relato de mi reciente expedición a los arribes del Duero, en la región de esta provincia que se llama la Ribera. He traído de ella un copioso caudal de voces y giros y fonismas con que enriquecer mis materiales para el estudio del habla popular en esta región. Tengo más de 2.000 voces. Entre las últimas, curiosísimas como sobrero (suherariu), alcornoque.
Y para que vea usted lo que es la lengua popular y la indecisión de sus términos, en el espacio de cinco o seis pueblos he oído llamar al enebro enjumbre, enjambre, enjembre, enjimbre, joimbre, juimbre, jumbre, jimbre y jumbrio. Esto me recuerda que en esta misma provincia se llama al murciélago moraciégano, morraciégano,moriciégano, murciégano, borraciégano, burriciégano y zarramiálago. No sabe usted bien qué cosecha hay en esta provincia: esto es inmenso. (Ir a horcajadas: escarrapichao, escarrapuchao, esgarrachao, escarranchao, escarnachao



Verán que el asunto no es fácil de decidir y más si cabe si les digo que en el mismo trabajo de J.A. Ereño se hace mención a que el propio Menéndez Pidal hacía reservas al excesivo valor que don Miguel concedía al habla del pueblo.

No obstante, y para finalizar, convendrán conmigo que al contrario de lo que se piensa muchas veces, el habla de nuestros paisanos y antepasados es un patrimonio que tenemos que cuidar y proteger.