La línea de correo de Lumbrales a Aldeadávila no era el
único progreso que se venía pidiendo para nuestro pueblo años atrás. Ya en la visita a
Aldeadávila desde Barcelona, en verano de 1921, de nuestro ilustre paisano, el
maestro de escuela, don Juan Caballero Rodríguez, se conocían las pretensiones del consistorio por
traer el agua corriente y por dotar de nuevas escuelas al pueblo. Así lo dejó
escrito don Juan Caballero en la Vanguardia el 17 de Septiembre de 1921,
periódico en el que colaboraba. Tituló su columna “Una Villa que progresa”. La inauguración de las nuevas escuelas no
llegará hasta la víspera de la Guerra Civil, mediada la década de los años 30.
El agua corriente “corrió” mejor suerte y llega al pueblo a finales de 1929 con
la inestimable aportación de 6.000 ptas. de la Diputación Provincial sobre un montante
total de 35.250 ptas. El acto de entrega
de las 6.000 ptas. no estuvo exento de celebración y banquete. El 29 de
Diciembre de 1929 se acercó hasta Aldeadávila a hacer entrega de la donación,
y de paso a comer, el señor presidente de la Diputación don Nicolás
Rodríquez Aniceto con su séquito, a saber: Los diputados don Miguel G. Lago, don José Galván, don Manuel P. Criado y don Benigno
Galache. El arquitecto
provincial don Joaquín de Vargas tampoco faltó a la cita por parte de la Diputación. De
Vitigudino y previamente invitados llegaron el contratista, de nuevo el señor
don Higinio Severino. También desde Vitigudino, que para eso era la capital del distrito, el doctor don Alfredo Medina Corbalán y el secretario
de aquel ayuntamiento don Iñigo Villoria.
Del clero también hubo representación, se desplazaron hasta Aldeadávila: El sacerdote, doctor en teología, don Ceferino Andrés Calvo, natural de Aldeadávila y en aquel momento canónigo doctoral de la iglesia catedral de Salamanca; don Lorenzo Aniceto; y el dominico fray Ricardo Rodrigo Martín, hermano del
alcalde don Silverio Rodrigo. Para agasajar a las autoridades se unieron al
banquete la corporación en pleno y todos los funcionarios locales. El
farmacéutico don Manuel Hernández, el
párroco local don Blas Cuadrado, los
coadjutores don Domingo y don Críspulo, los médicos don César García Mesonero y don Jesús Luis Hernández no faltaron a la
cita. El sargento de carabineros y el oficial de la Guardia Civil, el juez
municipal don José Hernández, y el
fiscal don Pedro Pereña tampoco se
perdieron el banquete. No sabemos en qué quedaron las 6.000 ptas.
Con ser importantes las mejoras de la comunicación con Lumbrales a través de Barrueco por el puente Resbala y la del abastecimiento de agua al pueblo, no fueron las únicas de estos años. Durante 1928 se construyó un nuevo matadero (aún quedarían unos años antes de que se construyera el matadero de San Marcos), éste matadero de 1928, según me cuentan, estuvo arriba en la calle hoy dedicada al padre Trinitario José Hernández Sánchez. En octubre de este mismo año de 1928 se terminaron las obras de mejora de la casa consistorial y también a finales de 1928 se construyó el nuevo Cuartel de la Guardia Civil (tampoco es el cuartel que conocemos ahora, junto a la bodega cooperativa San Bartolomé, éste estaba, si no estoy mal informado, en la casa en la que después vivió el señor Eustasio) cuya obra importó 19.500 pesetas. Todo presidiendo el consistorio don Silverio Rodrigo Martín y siendo secretario del ayuntamiento don Julián Andrés Calvo que daba buena cuenta de los gastos e inversiones. Ya quisiéramos este detalle hoy en día en los gastos de las cuentas públicas de nuestras administraciones. Así el corresponsal del Adelanto el 6 de Julio de 1929 titula su columna “En Aldeadávila de la Ribera. Un pueblo que progresa":
Puente Resbala, en la carretera de Lumbrales a Aldeadávila |
Con ser importantes las mejoras de la comunicación con Lumbrales a través de Barrueco por el puente Resbala y la del abastecimiento de agua al pueblo, no fueron las únicas de estos años. Durante 1928 se construyó un nuevo matadero (aún quedarían unos años antes de que se construyera el matadero de San Marcos), éste matadero de 1928, según me cuentan, estuvo arriba en la calle hoy dedicada al padre Trinitario José Hernández Sánchez. En octubre de este mismo año de 1928 se terminaron las obras de mejora de la casa consistorial y también a finales de 1928 se construyó el nuevo Cuartel de la Guardia Civil (tampoco es el cuartel que conocemos ahora, junto a la bodega cooperativa San Bartolomé, éste estaba, si no estoy mal informado, en la casa en la que después vivió el señor Eustasio) cuya obra importó 19.500 pesetas. Todo presidiendo el consistorio don Silverio Rodrigo Martín y siendo secretario del ayuntamiento don Julián Andrés Calvo que daba buena cuenta de los gastos e inversiones. Ya quisiéramos este detalle hoy en día en los gastos de las cuentas públicas de nuestras administraciones. Así el corresponsal del Adelanto el 6 de Julio de 1929 titula su columna “En Aldeadávila de la Ribera. Un pueblo que progresa":
"[…] Quien después de un lustro viera hoy Aldeadávila, confirmaría con creces mi aserto; en efecto, hoy ya disfrutamos de carreteras y buenos caminos vecinales que nos ponen en comunicación con toda la región y permiten dar fácil salida a nuestro importante mercado. Disfrutamos también de dos servicios de automóviles diarios, uno por la vía férrea y otro a la capital, de un rápido servicio de correos, de automóviles de alquiler y existen dos fondas, cafés, amén de otros importantes servicios que las exigencias del día cataloga como precisos en los tiempos que corremos […][…] Y conste que para la realización de éstas y otras obras municipales, no ha habido necesidad de apelar ni a impuestos extraordinarios ni a empréstitos, no; véase y ello es más elocuente que nuestras palabras el siguiente estado demostrativo formulado por esta alcaldía y que ha sido expuesto al público
Los niños y niñas de la escuela en esos años