Nadi puede ser dichoso,
señora, ni desdichado,
sino que os haya mirado.
Porque la gloria de veros
>en ese punto se quita
que se piensa en mereceros.
Así que, sin conoceros,
nadi puede ser dichoso,
señora, ni desdichado,
sino que os haya mirado.
señora, ni desdichado,
sino que os haya mirado.
Porque la gloria de veros
>en ese punto se quita
que se piensa en mereceros.
Así que, sin conoceros,
nadi puede ser dichoso,
señora, ni desdichado,
sino que os haya mirado.
Garcilaso de la Vega
Poesía Completa, Copla VIII. Colección Austral
Bajábamos por la calle Arco de Palacio en busca de la puerta del perdón
de la Catedral cuando, justo antes de cruzar por debajo de un paso en lo alto, el
arco que da nombre a la calle, y que comunica el palacio Arzobispal con la
Catedral, nos encontramos con la mujer
del nickelharpa, que sin aparente mucho tino acaricia con el arco las cuerdas
de este artilugio, a la vez que con su mano izquierda pulsa las teclas.
En la ciudad de cristianos, judíos y musulmanes, la
señora, sin dejar de tocar, nos presenta este instrumento de la cultura
vikinga, de la cultura sueca; y con un ademán, al ver nuestra cámara, accede
sutilmente a que le hagamos una foto
Fue D. Enrique Blanco, profesor del conservatorio profesional de música de
Salamanca quien con este enlace Blog Instrumundo y con un comentario en el blog del coro de
música de la fundación Caja Duero nos ilustró sobre este extraño instrumento del que hasta ese momento
desconocíamos el nombre, la nyckelharpa, que en los países nórdicos, en
concreto Suecia, se tiene noticia de su
existencia desde el año 1350. Gracias D. Enrique.
Según añade la Wikipedia, por 1930 August Bohlin
hizo algunos cambios en la nyckelharpa haciéndola más parecida al violín, para
más tarde, a mediados de siglo, el compositor, intérprete y constructor de
nyckelharpas Eric Sahlström refinar aún más el instrumento, lo que ayudó a
popularizarlo en los años 60 y 70. En esta otra foto tomada también de la
wikipedia podemos ver la escultura de Eric Sahlström tocando a la limón con el
artista y melómano Marco Ambrosini.
Describiendo esta vivencia toledana me vino a la memoria aquella
tradición del carnaval en mi pueblo, Aldeadávila, que nos cuenta en su libro: Mi tierra las Arribes del Duero, Eusebio Ledesma.
Precisamente en estas
fechas de antruejos, pero hace 100 años, se escuchaba el acordeón del tío
Rafael Madera. El acordeón junto con la flauta y el tamboril eran los
instrumentos más sofisticados de las Arribes mientras que en otros lares era la nickelharpa.
Despues del acordeón, la flauta y el tamboril venía
cualquier otro instrumento que hiciera ruido: castañuelas, cuernos, cencerros,
matracas (carracas), panderos, tapaderas, zambombas o almireces.
Los
carnavaleros o antruejeros se buscaban cada año a uno de los tonadilleros del
lugar (el tío Gabino Garrido, su hermano Juan Garrido, o el tío Alejo) para
que compusiesen nuevas tonadas. El viernes de Carnaval salía cada cuadrilla
de carnavaleros formando una charanga para anunciar las nuevas tonadas
compuestas para la ocasión que se cantarían al día siguiente, sábado de carnaval,
día del estreno.
El primero es el tío Alejo,
con los calzones caídos,
el sombrero a medio lado,
y el bigote retorcido.
Hala que te quitas,
hala que te pones.
A la ventanilla, ramito
de flores.
A la palomita que va volando,
Debajo del ala lleva contrabando.